La comunicación en la pareja
La comunicación en la pareja es una de las bases para el bienestar de la relación. Una de las mayores diferencias entre las parejas que sobreviven a los problemas y las que no, suele estar en el estilo comunicativo (hábitos de comunicación) que utilizan.
Es importante no dar por hecho. Hablar, discutir, negociar, compartir, expresar y conocer los pensamientos y las reflexiones de forma recíproca son cuestiones imprescindibles para que cada uno conozca lo significativo para el otro. La comunicación en pareja tiene sus propias reglas emocionales, tiene su propio estilo. Consiste en desarrollar un lenguaje con el que fluya la expresión emocional de los sentimientos, deseos, intenciones, para que se comprenda el afecto y la importancia que tiene para cada uno lo que se expresa. Tiene mucha relación, por tanto, con el desarrollo de una comunicación empática y asertiva, que se refiere a la habilidad de expresar y transmitir ideas u opiniones de forma clara, respetuosa, valorando las opiniones y los sentimientos ajenos.
Para mejorar la comunicación en pareja hay que tener en cuenta varios aspectos:
- Intentar buscar un momento cada día para hablar en pareja.
- Quien envía el mensaje, tiene que tener claro qué quiere decir y el objetivo de tratar ese tema.
- Los mensajes han de formularse con un tono positivo y constructivo, cuestión que tiene mucho que ver con los mensajes yo, que es muy importante utilizar con frecuencia: “yo me siento, a mí me gustaría…”
- Es mejor que los mensajes sean breves, claros y concisos.
- Es importante cuidar el lenguaje gestual y la proximidad física, evitando gestos que puedan parecer agresivos.
- Aprender a hablar y a escuchar, respetando los turnos sin imponer ni que la conversación se convierta en un monólogo.
- Acoger las emociones y hacerlo saber: “te entiendo”.
- Reconocer lo positivo y expresar cómo cada miembro se siente.
- La importancia de saber pedir perdón y saber aceptar las disculpas.
En el Centro de Psicología Neos entendemos que la comunicación en pareja es predictora del éxito de una relación. A pesar de que existan momentos conflictivos, las parejas exitosas se caracterizan no por la ausencia de los mismos, sino por su capacidad para solventarlos adecuadamente a través de una comunicación sincera y eficaz.
Leer Más¿Estamos motivados?
¡Cuántas veces nos habrán hecho esta pregunta! Parece que solo pensamos en la motivación cuando sentimos que no tenemos ganas de hacer nada, cuando estamos “desmotivados” pero, ¿qué es la motivación y qué hay detrás de este concepto?
La motivación es el proceso EMOCIONAL que inicia, guía y mantiene las conductas de una persona orientadas a lograr un objetivo o satisfacer una necesidad. Hay diferentes tipos de fuentes de motivación: sentirnos bien, obtener un premio, dejar de sentirnos mal, huir de un castigo, etc.
Por tanto, y en relación con lo anterior, existen dos tipos de motivación: intrínseca y extrínseca. La motivación intrínseca tiene que ver con uno mismo (superar un reto personal, acercamiento al propósito de vida…) y la extrínseca con iniciar o mantener una conducta por un beneficio que viene de fuera (salario, obtener reconocimiento de otra persona…). Cada una de éstas, tiene sus pros y sus contras, por lo que, el secreto consiste en encontrar el equilibrio entre ambas.
Para encontrar ese equilibrio, tal vez necesitemos convertir la motivación extrínseca en intrínseca, pero ¿cómo? Asumiendo el control de la situación y tratando de conseguir los logros que nosotros consideramos importantes (no los que se nos enseña a nivel externo).
A veces ocurre que no percibimos correctamente el control que tenemos sobre una tarea o una situación concreta. Por ejemplo: Querer ser el/la mejor en matemáticas y que me halaguen por ello. Cuando creemos que una situación depende de nosotros, pero no es así, si no obtenemos el resultado esperado surge la frustración y la indefensión aprendida, lo que lleva a la desmotivación (si no me halagan, me frustro). Cuando la situación sí depende de nosotros pero no obtenemos los resultados esperados (mejorar en matemáticas), surgen sentimientos de culpa y desánimo, que pueden ayudar a motivarnos. Por tanto, es importante analizar: ¿De quién depende o quién tiene el control de la situación?
Por otro lado, existen ciertas dificultades comunes a la hora de motivarnos a nosotros mismos:
- Puede que la tarea o el objetivo esté muy dilatado en el tiempo (p.ej., estudiar una oposición). En este caso, podría ser útil subdividir la tarea en pasos e ir dándonos pequeñas recompensas a nosotros mismos.
- Podemos tener un choque con las expectativas. En este caso, es imprescindible recordar y tomar conciencia de qué depende de nosotros y qué no, y tratar de enfocar la situación desde un propósito personal.
- Podemos caer en el error de querer y creer que debemos estar siempre motivados. En estos casos, hay que tener en cuenta que, a veces puede ser beneficioso parar para reparar y permitirnos momentos de desmotivación. Es una buena forma de coger impulso para continuar con mayor motivación personal.
En el Centro de Psicología Neos tenemos en cuenta que, muchas veces, no es fácil percibir el control de manera objetiva y que, además, existen muchos momentos en los que es complicado encontrar motivación, encontrar respuestas a preguntas como: “¿para qué me levanto cada día? ¿para qué hago lo que hago? ¿para qué me esfuerzo?” … Para poder responder a estas preguntas, en nuestro centro contamos con diferentes herramientas y técnicas para, poco a poco, ir aprendiendo a manejar la motivación de una forma satisfactoria, y sea un impulso y un motor que nos anime a mejorar y a avanzar en nuestro desarrollo personal.
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Cómo enfrentarse a la adolescencia de los hijos
La adolescencia es una fase evolutiva que se da entre la infancia y la edad adulta. Durante este tiempo, la persona experimenta cambios de distinta índole (físicos, emocionales, sociales…)que tiene como consecución establecer su identidad adulta.
Todos esos cambios se manifiestan de una forma tan brusca y rápida que, muchas veces, la persona no es capaz de procesarlos, pudiendo generar periodos de gran inestabilidad emocional.
Algunos de los cambios que sufren los adolescentes son:
- Cambios físicos: transformaciones puberales (que causan extrañeza ante el propio cuerpo, angustia ante eyaculaciones, primeras reglas, etc.) y primeras manifestaciones de la sexualidad.
- Cambios emocionales: nuevas posibilidades intelectuales y afectivas, búsqueda y consolidación de la propia identidad, búsqueda de autonomía, necesidad de experimentar, desarrollo de las competencias referentes a la gestión emocional…
- Cambios en la relación con los padres: búsqueda de personas fuera de la familia (amigos), conflictos para encontrar una distancia adecuada de los padres, etc.
- Cambios referentes a factores sociales: alta necesidad de sentirse vinculado en un grupo de iguales (existe una indeterminación en cuanto a la duración de las relaciones, el rol que cumplir y el futuro), desarrollo de la competencia social, crecimiento y consolidación de la autoestima, inicio de las relaciones sexuales, búsqueda de figuras de referencia…
Teniendo esto en cuenta, en ocasiones, resulta complicado establecer la frontera que marca cuándo debemos preocuparnos por el comportamiento de un adolescente y cuándo es una manifestación representativa de la adolescencia. En el Centro de Psicología Neos, tratamos de dar apoyo a aquellas familias con hijos que se encuentran en esta etapa tan importante, ayudando a gestionar los conflictos propios de la adolescencia y a establecer esa frontera, aportando soluciones para que nuestro hijo se desarrolle positivamente y la relación con sus padres se vea fortalecida.
Estas son algunas de las pautas que los padres podemos hacer para ayudarles:
- Crear y un entorno familiar seguro donde puedan expresar lo que sienten sin sentirse juzgados y si, escuchados y comprendidos.
- Dar muestras de cariño explícitas a pesar de que los adolescentes, a menudo, se muestran ariscos.
- Dar ejemplo con el manejo de las emociones personales, siendo un referente para ellos.
- No minimizar o bromear con sus comportamientos o inseguridades de adolescentes.
- Fomentar su autoestima.
- Establecer normas claras y razonables evitando el autoritarismo.
- Evitar los tabús a la hora de hablar de temas delicados que les afectan: sexo, adicciones, violencia de género, identidad sexual… proporcionándoles la máxima información.
- Presentar, los dos progenitores, un frente común en el modelo de educación, sin discrepancias que puedan confundir al adolescente.
- Animarles, a que poco a poco, vayan siendo independientes y autónomos.
- Involucrarlos en los deberes de la vida familiar cotidiana para fomentar su responsabilidad
- Estar alertas a su gestión de todos los cambios que están viviendo: físicos, psicológicos y emocionales y si se advierte alguna dificultad, obtener la ayuda profesional de un psicólogo cuanto antes.
Los adolescentes pueden manifestar una gran variedad de problemas. Si quieres leer más sobre este tema, puedes pinchar aquí.
Leer MásCómo manejar las rabietas
Las rabietas son la expresión de la frustración o de ira de los niños cuando se encuentran con una limitación. Suelen ser comunes sobre los 2 años, pero pueden alargarse en el tiempo.
Si no se saben manejar, se pueden cronificar. Cuando los padres aprenden a manejarlas, el resultado son niños más tranquilos y equilibrados.
Estas son algunas de las pautas que nos ayudarán a controlarlas:
- Ser firmes y consistentes: Las conductas que consideren inaceptables, deben serlo siempre. La reacción de los padres a esas conductas no puede depender de su estado de humor, de ser así, confundiremos al niño.
- Mantener la calma ante el berrinche: Hay que mostrarse tranquilos ante la pataleta del niño. Es importante poder hablar al niño con calma y en un tono suave y pedirle que se calme para poder escucharle y hablar.
- Dejar que se frustre: La forma en la que un niño aprende a frustrarse es practicando. Hay que permitir los momentos de frustración del niño e ir guiándole para que cada vez, sean menores y con menor intensidad.
- Ser flexible. Los niños consiguen calmarse con más facilidad cuando sienten que pueden elegir, por eso es importante darles alternativas. Ejemplo: Si quieren un helado antes de comer, y no se lo vamos a dar, se les puede dar a elegir cuando lo van a querer o después de comer o en la merienda.
- Utilizar la distracción: A veces, consiguen calmarse si cambiamos el foco de atención. Ejemplo: cuando están teniendo la rabieta, llamar la atención de ellos mirando por la ventana y sorprendiéndonos por el coche que acabamos de ver pasar.
- No ceder a su petición: Es muy importante no dar al niño lo que pide en ese momento de rabieta. Si se lo damos, reforzaremos esa actitud y la volverá a utilizar.
- Demostrarle que le seguimos queriendo aunque se haya portado mal. Es importante hacer referencia a la acción en la que ha fallado y no a su persona.
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Qué son los ataques de pánico
En los últimos años, se ha producido un notable incremento de los trastornos de ansiedad, afectando a un gran número de personas, generando un gran malestar y afectando a su vida cotidiana. Existen distintos cuadros relacionados con la ansiedad: ansiedad generalizada, fobias específicas, estrés postraumático, trastorno por ataques de pánico…
El trastorno de pánico o crisis de angustia, se caracteriza por ataques de pánico imprevisto y recurrente. Estos ataques se caracterizan por la aparición de miedo o malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y desaparece rápidamente. Esta sintomatología puede afloraren un estado de calma o en un estado de ansiedad. Los síntomas que se pueden sufrir en el momento de la crisis son:
- Aceleración de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Sensación de ahogo.
- Dolor o molestias en el tórax.
- Náuseas o malestar abdominal.
- Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
- Escalofríos o sensación de calor.
- Sensación de entumecimiento u hormigueo (parestesia).
- Sensación de irrealidad (desrealización) o separarse de uno mismo (despersonalización).
- Miedo a perder el control .
- Miedo a “volverse loco”.
- Miedo a morir.
Dado que los ataques de pánico pueden producirse sin razón aparente, las personas afectadas temen con anticipación la posibilidad de padecer otras crisis. Por este motivo, es común que comiencen a evitar aquellas situaciones que asocian con las crisis anteriores, provocando una gestión inadecuada a este tipo de ansiedad.
La terapia que realizamos en el Centro de Psicología Neos en Bilbao, ayuda a reducir los síntomas de los ataques de ansiedad, así como a identificar o comprender las causas. Esto, facilita cambios en el estilo de vida para no retroalimentar el fantasma del miedo e ir recuperando el bienestar y la tranquilidad.
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Cambios en la pareja al ser padres
Según el triángulo de Stenberg, la pareja se compone de 3 elementos:
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- La intimidad: comunicación, sentimiento de que la otra persona es tu mejor amigo.
- La pasión: necesidad de contacto físico.
- El compromiso: proyecto en común, mirar juntos hacia el mismo sitio.
Cuando se tiene un hijo, el tercer componente (el compromiso) es lo único que existe, se pierde la intimidad y la pasión. El proyecto de tener un hijo es en lo único en lo que se centra la pareja. Al tener un hijo, nos centramos tanto en él, que se nos olvida mirar a la pareja, no existe otro proyecto. Y si solo vemos a nuestra pareja como padre o madre, si solo tenemos a un socio en esta empresa de tener un hijo, a lo mejor no nos compensa.
Pautas para que la pareja vuelva a funcionar:
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- Aceptar que la relación evoluciona y que el tener un hijo hace que la relación cambie para siempre.
- Intentar que nuestras conversaciones no sólo sean de logística doméstica.
- Bajar las expectativas y vivir el presente.
- Tratar de erotizar la mente: Conseguir que la mente no esté sólo en las obligaciones y responsabilidades, dejar los sentidos abiertos para el autocuidado y para el cuidado de nuestra pareja, pero hacerlo con sintonía, los dos a la vez porque si no, no funciona.
- Dar prioridad a la comunicación en la pareja, por muy cansados que estemos. Proponerse hablar, al menos, 20 minutos diarios.
- Reparto de responsabilidades equitativa
- Dedicar tiempo a sí mismo: cuando se tiene un hijo, hay una anulación de una parte de ti mismo, que hay que reactivar después: amistades, metas personales, profesionales, aficiones…
- Recordar aspectos positivos del otro ¿Qué nos enamoró? ¿Qué virtudes tiene?…
- Esforzarse por tener 3 detalles semanales con la pareja: una nota inesperada debajo de la almohada, una llamada sorpresa…
- Imponer normas positivas y necesarias: el beso de buenas noches, saludar o despedirse al llegar o marcharse de casa…
- Dedicar tiempo a la pareja: coincidir para tomar un café en algún momento del día, una cena especial en casa cuando los niños ya duermen, salir a cenar fuera o hacer alguna escapada…
Recomendaciones para la vuelta al colegio
El comienzo de curso siempre es un momento importante, tanto para los niños que regresan tras las vacaciones de verano, como para los que inician el colegio por primera vez o cambian de centro escolar. Debido a la separación con sus padres, pueden observarse en algunos niños conductas de mal comportamiento o mostrar sentimientos de tristeza, rabia, miedo y abandono.
A continuación, detallamos algunas pautas que pueden ser útiles para que, tanto los padres como los niños, vivan esta situación con mayor calma:
- Ir adaptándose poco a poco a los nuevos horarios y rutinas que tendrán lugar durante el curso: es conveniente ir metiendo a los niños antes a la cama y levantándoles antes los días previos al comienzo para que no sea un cambio brusco y difícil para ellos. Cuanto más cansados estén los primeros días por falta de sueño, más les costará el nuevo curso escolar.
- Normalmente, de cara al comienzo de curso, hay que comprar material, libros o ropa para llevar al colegio. Es bueno que ellos participen también en esas compras y se puedan ilusionar con la idea de estrenar algunas de esas cosas.
- Permitir y validar todas las emociones del niño: tiene que saber que en casa puede expresar todo lo que sienta sin ser juzgado o castigado por ello.
- Los padres y cuidadores deben hablar delante de los niños del comienzo del curso utilizando palabras positivas y mostrando ilusión y entusiasmo por la nueva etapa que comienza. Se les puede hablar de que son mayores, volverán a ver a sus amigos y a sus profesores, jugarán a cosas divertidas… Cuanto más motivados estén los niños, antes podrán disfrutar del colegio, y esta motivación aumentará si ven que sus familiares son positivos y están felices con el comienzo de curso de sus hijos.
- Hacer planes agradables y que reciban mucho cariño cuando salen del colegio. Es frecuente que los niños puedan pensar que se les abandona o que sus padres les dejan en el colegio para “librarse de ellos”. Por eso, es muy importante darles muchos mimos y cariño cuando salen del colegio y disfrutar juntos de actividades placenteras, para que se sigan sintiendo la prioridad de sus padres a pesar de la separación física durante las horas del colegio. Hay que intentar pasar el máximo tiempo posible con ellos por las tardes durante estos primeros días o semanas de colegio.
- Explicarles cuáles serán las normas de seguridad que tendrán que cumplir por la COVID-19 en función de su edad: uso de mascarilla, distancia social, grupos burbuja… Anticiparnos para que disminuya el miedo y la incertidumbre que esta situación puede estar generando en algunos niños.
La importancia de la preparación psicologica antes de ser padres
Tener un hijo es una de las decisiones más importantes que se puede tomar y, además de ser maravilloso, supone, a la vez, un cambio total en las vidas de aquellos que eligen esta aventura. Puede ocurrir que la adaptación a este cambio sea difícil y algunas personas lo pasan mal al encontrarse con dificultades, dudas o problemas.
Por este motivo, en el Centro de Psicología Neos, hacemos un acompañamiento a aquellas personas que están esperando ser padres, durante todo el proceso y las fases que esto conlleva:
La búsqueda del embarazo: en ocasiones, se hace esperar más tiempo del que se planeaba, y eso puede generar emociones tales como frustración, impaciencia, culpa, tristeza… Es importante poder canalizar y trabajar la angustia que se genera en esta situación, para evitar sufrimiento y aumentar la probabilidad del embarazo, ya que los factores estresantes no ayudan a que esto ocurra.
El embarazo: son nueve meses de preparación a una situación absolutamente novedosa. A lo largo de este camino, se viven cambios hormonales y emocionales enormes, que habrá que encauzar para poder vivir el embarazo con tranquilidad y alegría. Es evidente que los cambios físicos influyen, el cansancio se apodera de la mujer y las dudas y los miedos (tanto por el parto como por el cambio que dará su vida) aparecen en todo embarazo. Socialmente, parece que estos aspectos no se pueden reconocer y, en ocasiones, aparece la culpa por sentirse de esta manera. Es importante encontrar un espacio donde poder plantear (sola o en pareja) todas estas emociones y sensaciones que se producen a lo largo de los nueve meses de espera, y que ayudarán a prepararse de una forma más sana al cambio que supone la llegada de este nuevo miembro de la familia. Además, cuando la fecha se vaya aproximando, es bueno abordar todas las dudas y miedos relacionadas con el parto y con el rol de madre o padre que cada persona pretende desarrollar.
El parto y, por lo tanto, la llegada del bebé: estos primeros días no son fáciles. Es un momento muy esperado y con el que se ha fantaseado muchas veces, pero nunca es como se había imaginado. Por una parte, la mujer que acaba de dar a luz se siente feliz de tener a su ansiado bebé en brazos, pero, por otra parte, los primeros días con un recién nacido no suelen ser fáciles. A esto hay que sumarle el cambio hormonal que el cuerpo sufre tras el embarazo y el parto. Es muy frecuente, que la mujer sienta tristeza a los 2-3 días del nacimiento y sienta ganas constantes de llorar (baby blues). Es absolutamente normal y no hay que sentir culpa ni tratar de reprimir estas emociones. Por ello, es importante poder trabajar esto desde el primer momento para que no se cronifique pudiendo dar lugar a otros problemas posteriores.
El post-parto: muchas madres comentan que nadie les había avisado de la dureza de esta fase, ya que, en muchos casos, la lactancia, al comienzo, es complicada y muchas madres viven esta fase con presión y ansiedad. El hecho de poder trabajar estas situaciones (tanto durante el embarazo como cuando llega el momento) es vital para poder disfrutar de esta etapa y no vivirla con angustia.
La mayoría de las personas no consideran tan importante “la fase de la espera”, y, en cambio, es ahí donde se crean muchas expectativas erróneas sobre la maternidad/paternidad, que repercuten negativamente después del nacimiento. Si se trabaja con la mujer o la pareja en la fase de espera, habrá menos dificultades después.
Además, la llegada del bebé hace que la estructura familiar cambie completamente, y los miembros de la familia tienen que adoptar nuevos roles (habrá que conocernos a nosotros mismos adoptando un nuevo rol y, en el caso de las parejas, conocer a nuestra pareja en este nuevo rol también). A su vez, es momento de enfrentarse a nuevas dificultades (conflictos con la familia de origen, agotamiento, llanto del bebé…) y es necesario aprender recursos y herramientas para poder hacerles frente.
Finalmente, a medida que el hijo crece, en ocasiones, es necesario que los padres aprendan una serie de estrategias para regular los comportamientos y actitudes negativas que pueden surgir. Para ello, en el Centro de Psicología Neos, disponemos de la“Escuela de Padres”, donde, en individual o en grupos reducidos, dotamos a los padres/madres de todos aquellos recursos y estrategias más eficaces para conseguir una buena gestión de los conflictos con los hijos y lograr una relación sana y positiva con ellos, pudiendo fomentar la comunicación y favoreciendo a que tengan una buena autoestima y un vínculo seguro entre padres e hijos.
Leer MásImportancia de poner límites a los niños
¿Qué es un límite?
- Los límites son normas que marcan pautas de comportamiento, establecen lo que está permitido y lo que no y permiten la convivencia social.
- Los límites transmiten a los niños un modelo de conducta adecuado para seguir y orientarse.
- Los límites no indican castigo. Son una demostración de cariño, es una forma de reconocer los derechos del niño, y hacerle conocer qué esperan los adultos de él.
Poner límites en la infancia y adolescencia es fundamental para poder conseguir un buen desarrollo, una personalidad segura y alcanzar la madurez necesaria para poder tener una vida adulta con unas buenas bases asentadas. Los niños que han crecido sin límites toleran peor la frustración y tienen mayores dificultades para aceptar los contratiempos que la vida les vaya deparando.
A continuación, explicamos los principales beneficios de educar poniendo límites:
- Aportan seguridad a los niños: Los niños que no tienen límites no pueden saber si lo que hacen es correcto o no, ya que al tener libertad total no reciben de sus padres la confirmación de cuál es la manera correcta de actuar en cada situación. Saber cuál es el camino que deben seguir, les da seguridad.
- Fomentan una buena autoestima: Cuando a un niño se le imponen límites, se le da la oportunidad de respetarlos, lo cual hará que reciba elogios por parte del adulto, y eso repercute directamente en tener un mejor concepto de él mismo y, por tanto, mayor autoestima. Esta obtención de refuerzos (en forma de elogios por parte del adulto), hará que el niño vaya afianzando las conductas positivas y su comportamiento será cada vez mejor.
- Mejoran la tolerancia a la frustración: Esta habilidad es fundamental en la vida de todas las personas, y debe comenzar a aprenderse cuando se es un niño. Intentar evitar a los niños las emociones desagradables, hará que sufran más en su vida al no aprender a manejar estas situaciones. Al tener que cumplir límites, en ocasiones, se sentirán enfadados, tristes, rabiosos, frustrados…, lo cual les brindará oportunidades para tolerar este tipo de emociones, desarrollando la capacidad de esperar y de entender que no todo puede ser satisfecho inmediatamente.
- Aprenden autodisciplina: Saber marcarse una disciplina a ellos mismos, les ayudará en el futuro a ser personas trabajadoras y con mayor capacidad de guiarse por lo sano y lo adecuado, en vez de sólo por las apetencias. Tendrán mayor fuerza de voluntad y serán capaces de limitarse a ellos mismos en aquellas situaciones en que les resulte difícil, haciéndoles personas más responsables. Aprenderán a tener autocontrol.
- Mejoran sus relaciones sociales: Los niños que saben respetar los límites, lo harán con sus iguales en sus relaciones personales, y eso hará que dichas relaciones sean más sanas ya que estarán basadas en el respeto hacia el otro.
- Les protegen: Es necesario que los niños tengan límites para poder así alejarse de los peligros con los que se pueden encontrar, y evitar los accidentes domésticos que, en muchas ocasiones, ocurren porque los niños no saben que su conducta entraña un peligro real al no haberse delimitado el límite y la explicación por la cual no deben hacerlo (por ejemplo, meter los dedos en un enchufe o tocar la plancha cuando está caliente). Irán aprendiendo a cuidar de sí mismos y a evitar las situaciones que suponen un riesgo para ellos.
Uso excesivo de los videojuegos en niños
Muchos son los padres con hijos preadolescentes o adolescentes que se quejan del uso excesivo de los videojuegos, que sus hijos hacen habitualmente. Algunos padres, incluso, reclaman que sus hijos prefieren quedarse en casa antes de salir a la calle, para poder pasar más horas delante de la pantalla del videojuego de turno.
Es importante buscar la forma de hacer que la dependencia de estos jóvenes disminuya, y aquí señalamos algunos aspectos que hay que tener en cuenta.
En primero lugar, debemos sentarnos y hablar con nuestro hijo; explicarle que consideramos que tiene un problema por la cantidad de tiempo que dedica a jugar con la consola. Hay que decirle que, aunque a él no le parezca un problema (porque seguro dirá que no lo tiene), debe entender que va a haber cambios en cuanto a sus hábitos diarios.
Se debe limitar el tiempo de uso de los videojuegos: hay que poner un horario en el que puede jugar y cumplirlo; a la hora establecida se apaga la consola, y no hay excusa que valga para alargar ese tiempo. Habrá que informar a nuestro hijo (con anterioridad) de cuál va a ser el horario, e incluso se puede “negociar” con él (tanto la cantidad de tiempo como el reparto de horas en las que podrá jugar). Hay que pedirle que sea él quien apague el videojuego a la hora acordada. Si lo hace, obtendrá algún tipo de recompensa que le guste. Si no lo hace, se la apagaremos nosotros, y no habrá recompensa.
Una pregunta frecuente, en relación al horario es: ¿cuánto tiempo debo dejar que mi hijo juegue a los videojuegos? No hay una respuesta concreta, sino que cada familia debe decidirlo. Son Los padres del menor, los que deben dar respuesta a esta pregunta. Para decidir la cantidad de tiempo, hay que cumplir algunos “mínimos”: no se juega hasta que las obligaciones y encargos de casa estén terminados (deberes, recoger la habitación, poner la mesa…), no debe interferir con otras actividades familiares (no se juega durante las comidas, ni cuando la familia realiza cualquier actividad, ni cuando toca salir a la calle a dar un paseo…) y no se juega por la noche (los videojuegos deben estar apagados por lo menos una hora antes de irse a la cama, ya que interfieren y dificultan una buena rutina de sueño y de descanso).
Es bueno hablar en casa de los juegos a los que nuestros hijos están dedicando tiempo. Que sean ellos quienes expliquen a sus padres en qué consisten los videojuegos que les gustan, e incluso que les enseñen a estos, cómo se juega para que los adultos los prueben también, y puedan pasar un tiempo de disfrute a nivel familiar. Además, así puedes saber de primera mano si ese juego en concreto te parece adecuado o no para tu hijo, lo cual es muy importante. Hay que mostrar interés por las cosas con las que nuestros hijos disfrutan, porque es una forma de fortalecer el vínculo con ellos y poder saber más de su mundo y de sus vidas.
No debemos dejar que los videojuegos obstaculicen las relaciones familiares y creen un mal ambiente en casa. Si todo lo que tiene que ver con este tipo de juegos, lo viven como una prohibición y como una negativa por parte de sus padres, se generará mayor ansiedad y deseo por jugar, y la relación entre padres e hijos, empeorará. Límites sí, pero permitiendo que puedan jugar, ya que también puede ser una fuente de socialización con amigos (si juegan online con compañeros). En el caso de que jueguen conectados con otras personas, es recomendable que lo hagan sin auriculares para que los padres podamos escuchar todo lo que hablan y no haya problemas en este sentido.
Es mejor que nuestros hijos jueguen a este tipo de juegos en espacios comunes de la casa. Es decir, es mejor que lo hagan en la sala que en su habitación, ya que, por una parte, vemos a lo que juegan y, por otra parte, evitamos el aislamiento que muchas veces generan los videojuegos en los jóvenes que pasan muchas horas encerrados en su habitación jugando. Estos jóvenes, en los casos más extremos, terminan rechazando el contacto con los familiares con quienes conviven para poder seguir jugando, y se dan, en ocasiones, conductas agresivas (generalmente, malas respuestas y faltas de respeto) cuando se les intenta hacer partícipes de la vida familiar. Es por ello, que se debe intentar evitar el aislamiento al máximo.
No debemos olvidar que padres e hijos formamos un equipo y que la mejor herramienta para que este equipo gane, es siempre la comunicación y el diálogo. En casa y en familia, se debe poder hablar de todo, sin que haya tabúes ni prohibiciones sin explicación: y un ejemplo de ello, deben ser los videojuegos: hagamos que ayuden a mejorar la relación familiar en vez de contribuir a destruirla.
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