¿Estamos motivados?
¡Cuántas veces nos habrán hecho esta pregunta! Parece que solo pensamos en la motivación cuando sentimos que no tenemos ganas de hacer nada, cuando estamos “desmotivados” pero, ¿qué es la motivación y qué hay detrás de este concepto?
La motivación es el proceso EMOCIONAL que inicia, guía y mantiene las conductas de una persona orientadas a lograr un objetivo o satisfacer una necesidad. Hay diferentes tipos de fuentes de motivación: sentirnos bien, obtener un premio, dejar de sentirnos mal, huir de un castigo, etc.
Por tanto, y en relación con lo anterior, existen dos tipos de motivación: intrínseca y extrínseca. La motivación intrínseca tiene que ver con uno mismo (superar un reto personal, acercamiento al propósito de vida…) y la extrínseca con iniciar o mantener una conducta por un beneficio que viene de fuera (salario, obtener reconocimiento de otra persona…). Cada una de éstas, tiene sus pros y sus contras, por lo que, el secreto consiste en encontrar el equilibrio entre ambas.
Para encontrar ese equilibrio, tal vez necesitemos convertir la motivación extrínseca en intrínseca, pero ¿cómo? Asumiendo el control de la situación y tratando de conseguir los logros que nosotros consideramos importantes (no los que se nos enseña a nivel externo).
A veces ocurre que no percibimos correctamente el control que tenemos sobre una tarea o una situación concreta. Por ejemplo: Querer ser el/la mejor en matemáticas y que me halaguen por ello. Cuando creemos que una situación depende de nosotros, pero no es así, si no obtenemos el resultado esperado surge la frustración y la indefensión aprendida, lo que lleva a la desmotivación (si no me halagan, me frustro). Cuando la situación sí depende de nosotros pero no obtenemos los resultados esperados (mejorar en matemáticas), surgen sentimientos de culpa y desánimo, que pueden ayudar a motivarnos. Por tanto, es importante analizar: ¿De quién depende o quién tiene el control de la situación?
Por otro lado, existen ciertas dificultades comunes a la hora de motivarnos a nosotros mismos:
- Puede que la tarea o el objetivo esté muy dilatado en el tiempo (p.ej., estudiar una oposición). En este caso, podría ser útil subdividir la tarea en pasos e ir dándonos pequeñas recompensas a nosotros mismos.
- Podemos tener un choque con las expectativas. En este caso, es imprescindible recordar y tomar conciencia de qué depende de nosotros y qué no, y tratar de enfocar la situación desde un propósito personal.
- Podemos caer en el error de querer y creer que debemos estar siempre motivados. En estos casos, hay que tener en cuenta que, a veces puede ser beneficioso parar para reparar y permitirnos momentos de desmotivación. Es una buena forma de coger impulso para continuar con mayor motivación personal.
En el Centro de Psicología Neos tenemos en cuenta que, muchas veces, no es fácil percibir el control de manera objetiva y que, además, existen muchos momentos en los que es complicado encontrar motivación, encontrar respuestas a preguntas como: “¿para qué me levanto cada día? ¿para qué hago lo que hago? ¿para qué me esfuerzo?” … Para poder responder a estas preguntas, en nuestro centro contamos con diferentes herramientas y técnicas para, poco a poco, ir aprendiendo a manejar la motivación de una forma satisfactoria, y sea un impulso y un motor que nos anime a mejorar y a avanzar en nuestro desarrollo personal.
Entradas relacionadas
El poder de las expectativas: las profecías autocumplidas
¿De qué cosas seríamos capaces si alguien simplemente las esperase de nosotros?...
Importancia de poner límites a los niños
¿Qué es un límite? Los límites son normas que marcan pautas de...
Recuperando la rutina: venciendo el estrés postvacacional
El verano está llegando a su fin, y con ello, muchas personas se enfrentan al...
¿Qué es el hambre emocional?
La relación entre la emoción y la comida la hemos aprendido desde que somos...