¿Qué es el hambre emocional?
La relación entre la emoción y la comida la hemos aprendido desde que somos bebés. Cuando de bebés lloramos, lo primero que se nos da es comida, que nos genera un sentimiento de protección y cuidado. Además, a medida que crecemos, existen otras fuentes de influencia social donde la alimentación cobra un papel emocional, por ejemplo, compartiendo la tarta el día del cumpleaños.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la comida genera endorfinas, que activan circuitos neuronales que producen sensación de recompensa, placer y bienestar. Por eso, si estoy triste, hay un remedio puntual y fácil que me hará sentir mejor: comer. Por tanto, la alimentación o la “comida emocional” es algo habitual, y no tiene porqué resultar negativo. El problema está cuando la comida cobra una función principal en la gestión de las emociones; por ejemplo, cada vez que estoy triste me como un kilo de helado.
Unido con lo anterior, en ocasiones, el hambre emocional se convierte en un problema llevando a las personas a sentir verdadera ansiedad por comer. La ansiedad aparece como señal de alerta, de anticipación a la situación que puede suceder; tiene una función adaptativa. Sin embargo, a veces, se experimenta como excesiva en relación a los recursos que poseemos para gestionarla y, entonces, algunas personas encuentran la vía de escape a través de la comida, llegando a comer compulsivamente o a desarrollar conductas alimentarias de riesgo.
HAMBRE FÍSICA | HAMBRE EMOCIONAL |
Se incrementa con el tiempo | Llega de repente y de forma abrupta |
Deseas variedad de alimentos | Deseas ciertos tipos de comida: altas en calorías, fritas o altamente procesadas |
Sensación de satisfacción cuando comes suficiente y es fácil detenerte | Puedes comer en exceso o tener atracones de comida y no sentirte satisfecho |
No tienes sentimientos negativos cuando comes | Te sientes avergonzado o con culpa después de que comes |
En el Centro de Psicología Neos entendemos que dentro de las causas más comunes de la alimentación emocional se encuentran las dificultades en el manejo de emociones, el aburrimiento o sentimientos de vacío, los hábitos desarrollados desde la infancia (utilizar la comida como premio o castigo), el estrés y las influencias sociales, entre otras. Consideramos la “necesidad de comida emocional” como un parche que a medio o largo plazo puede desencadenar diversas dificultades.
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