Efectos del confinamiento en los niños
Estado emocional de los niños confinados
“Todas las personas mayores fueron al principio niños (aunque pocas de ellas lo recuerden).
Antonie de Saint-Exupéry
Los niñ@s, debido a las medidas de confinamiento para conseguir derrotar el COVID19, llevan ya más de un mes en casa encerrados, sin salir ni un solo minuto al día a la calle, sin sentir el sol, ni el aire fresco, sin contacto con la naturaleza… Permanecer en casa, en estos momentos es necesario y ellos, los pequeñ@s reyes y reinas de nuestras casas, lo han entendido y lo están cumpliendo a rajatabla.
Sin embargo, llevar tanto tiempo sin salir de casa puede tener ciertas repercusiones en los más pequeños. No todas las circunstancias del confinamiento son iguales, ni la personalidad de los niños es la misma, ni las condiciones familiares… por lo que, no a todos les influirá de la misma manera. Aún así, todos ellos, están percibiendo un cambio en sus vidas y se han visto obligados a dejar de hacer actividades que antes hacían con normalidad, y esto, puede tener una serie de repercusiones en distintas áreas.
A nivel emocional, los niñ@s necesitan moverse, correr, saltar, socializar, explorar, aprender, estar en contacto con la naturaleza… para poder desarrollarse adecuadamente y aunque, en cierta medida, en casa lo intentan hacer, no es lo mismo. Muchas familias ya están comenzando a notar cambios en sus hijos. Muchos, están manifestando sentimientos de tristeza, irritabilidad, desobediencia, rebeldía, nerviosismo, dependencia, inquietud… Y es posible, que debido al cambio que están viviendo, algunos niños también muestren conductas regresivas, es decir, una especie de marcha atrás respecto a etapas del desarrollo que ya habían superado (hablar como un bebé, pedir biberón, utilizar de nuevo el chupete, mostrarse muy dependiente de sus padres…).
También pueden manifestar alteraciones en el ciclo del sueño, teniendo dificultades para poder conciliarlo o pueden tener muchos despertares, con pesadillas. En la alimentación, también pueden darse alteraciones, de manera que los niños puedan comer más y con mayor ansia o, por el contrario, puede que hayan perdido el apetito.
Los padres pueden ayudar a sus hijos a sentirse mejor. Deben tener empatía, saber interpretar correctamente sus reacciones, ser pacientes con ellos, y ayudarles a expresar lo que sienten de una manera adecuada. Los niños no tienen la misma madurez que los adultos para regular sus emociones y muchas veces, sus reacciones no responden a cómo se sienten en realidad. Por ejemplo, es posible que un niño reaccione con enfado, no sólo cuando están enfadado, sino también cuando están triste, nervioso, preocupado, asustado… debido a que no sabe reaccionar de otra manera aún. Por esto, es necesario que los padres, ante las reacciones de sus hijos, sean éstas las que sean, antes de regañarles, se aseguren de averiguar lo que realmente están queriendo expresar.
Una vez identificadas las emociones con ellos, es importante transmitirles que, entendemos que se sientan así, que es normal, y que nosotros, a veces, también nos sentimos igual. Esto, les ayudará a normalizar lo que sienten y les animará a compartir con nosotros sus emociones en otras ocasiones.
Un bonito ejercicio que se puede hacer con ellos a diario, es mediante una hoja de “caritas” con expresiones emocionales diferentes como la que aparece arriba, señalar la cara de la expresión emocional que concuerde con el estado de cada miembro de la familia. Contar cuentos, también es una buena herramienta para ayudar a gestionar las emociones de los más pequeños. A través de sus historias, los niños se identifican con los personajes y aprenden a resolver problemas o a entender estados emocionales. Dibujar, también es una herramienta que ayuda a los niños a expresar lo que sienten, así como moldear plastilina o arcilla. Y el baile, a través del movimiento del cuerpo, también es un buen recurso, para que los niños puedan descargarse emocionalmente.
Cada día que pasa, falta menos para que los niños puedan salir a la calle, pero tenemos que tener en cuenta que ellos, al igual que nosotros, no van a salir con la “normalidad” de antes. Aunque estén deseando salir, es normal, que muchos de ellos, cuando salgan a la calle, vayan con miedo y en un estado de alerta. De repente, van a percibir que las cosas en la calle han cambiado, la gente va con mascarilla, no se puede ir a los parques, las personas no se hablan, no pueden jugar con sus amigos… todo es diferente. Será necesario el paso de los días, para que todos, incluidos los niños, nos vayamos acostumbrando a esa “nueva normalidad”.
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