Ejercicio de emociones para niños
¿Cómo se sienten tus hijos?
Es importante educar a tus hijos en Inteligencia Emocional. Si quieres entender cómo se sienten tus hijos, realiza con ellos este ejercicio. Enséñales qué tipos de emociones hay, ponles ejemplos y pídeles que señalen en la hoja de caritas, cual es la que sienten.
Si quieres entender más sobre cómo se sienten tus hijos, no olvides leer los artículos de “Efectos del confinamiento en los niños” y “El desconfinamiento de los niños”.
Leer MásDuelos sin despedida
Cómo superar la muerte de un ser querido, sin poder despedirte
Debido a la dramática situación que estamos viviendo con el coronavirus, el mundo entero se ha llenado de personas que tienen que aprender a desprenderse y separarse de un ser querido sin haber podido despedirse de esa persona: ni durante la enfermedad, al no poder dar un abrazo a esa persona por no poder tener contacto físico, ni en el momento de la muerte, por no poder realizar un funeral, un velatorio ni ninguno de los rituales de despedida que se hacen cuando alguien fallece.
La situación es especialmente complicada porque, además, la persona que sufre la pérdida no puede estar acompañada ni arropada por sus seres queridos, y debe pasar este tremendo trance en soledad y prácticamente sin opciones de distracción al tener que permanecer en casa. Es sin duda, un ejercicio de extrema dificultad y una demostración de gran fortaleza. A pesar de ello, la persona debe intentar distraerse: puede ser con acciones cotidianas del día a día en casa, por ejemplo, limpiar, ordenar, ver la televisión, hacer crucigramas…Cualquier actividad que requiera tener la mente centrada en otra cosa.
Las fases de un duelo sano, son 5: la primera es la negación, donde la persona no puede creer que su ser querido haya fallecido. La segunda fase, es la etapa de la ira, donde aparecen sentimientos de rabia y enfado por la situación. Después, viene la etapa de la negociación, en la cual la persona fantasea con otro final, como por ejemplo, preguntarse qué hubiera pasado si hubiera hecho otra cosa o hubiera ido a otro lugar… En cuarto lugar, viene la etapa de la depresión, donde la persona conecta con una profunda tristeza y pena por la pérdida. Y, por último, la fase de la aceptación, en la cual, la persona acepta la pérdida y aprende a vivir con ello, incluso pudiendo recuperar la alegría o el disfrute por las cosas.
En la mayoría de los fallecimientos sin despedida, la etapa que se alarga y se vive de forma más intensa es la segunda: la de la ira. La persona siente mucha rabia, enfado, frustración, culpa e impotencia por no haber podido cuidar a su ser querido en los últimos momentos de su vida, y no haberse podido despedirse de esa persona.
Una forma de tratar de evitar o disminuir la culpa, es ser conscientes de que los vínculos afectivos y el cariño no se miden por lo vivido en los últimos días o meses de vida. Hay q que tratar de pensar en todos los momentos a lo largo de la vida en que sí has podido cuidar, ayudar y acompañar a esa persona, así como todas las situaciones en que has disfrutado y le has hecho disfrutar estando juntos.
Para ayudar a que el duelo no se convierta en patológico y pueda seguir un proceso normal, es bueno tener la certeza de que se le hará su ritual de despedida a la persona fallecida cuando todo esto pase: un funeral religioso, una reunión con familiares y amigos, un entierro, el esparcimiento de cenizas en el lugar deseado…la opción que los más allegados decidan. Habrá que tener claro que eso se hará, en el primer momento en que se pueda.
Es importante, durante el tiempo en el que no se puede hacer ningún ritual social, que podamos rendir “nuestro propio homenaje de despedida” a esa persona. Se trata de un ritual simbólico, a través del cual, podamos conectar emocionalmente con esa persona y recordarle. Se puede poner en casa un lugar con una foto de esa persona y unas flores, o rezar para encontrar consuelo… Si hay niños en la casa, ellos pueden participar también haciendo un dibujo… Esto puede ser una buena alternativa inicial, pero no debe alargarse en el tiempo, ya que el duelo tiene que ir avanzando y, por lo tanto, una vez hecha la despedida de forma simbólica, hay que dejar atrás este paso.
Cuando se está pasando por este duro proceso, hay que buscar el equilibrio entre estar solo para conectar con las emociones y asumir la situación, y dejarse acompañar por las personas más cercanas. Esta compañía ha de ser a través de medios telemáticos, lo cual hace que no haya contacto físico, pero, aún así, puede ayudar y reconfortar a la persona. Es bueno hablar de emociones y que la persona que está viviendo esta durísima situación, pueda expresar cómo se siente a las personas más cercanas. Es bueno también el hecho de llorar. La propia persona debe permitirse derramar lágrimas, y las personas a su alrededor no deben reprimir tampoco esta conducta.
Una buena manera de poder recordar a la persona que fallece, es hablar sobre ella con naturalidad y poder hacer (solo o con otras personas) las cosas que a esa persona le gustaba hacer; por ejemplo, oír una canción que le gustase escuchar o jugar a un juego con el que la persona fallecida disfrutase.
En algunos casos, cuando el duelo se alargue demasiado en el tiempo o el dolor inicial no vaya disminuyendo, puede ser necesaria la ayuda de un profesional para poder elaborar el duelo de la manera más adecuada. Es un proceso duro y doloroso, pero necesario para poder continuar con la vida (en un tiempo prudencial y con el menor sufrimiento posible).
Leer MásAnsiedad, tristeza, soledad. ¿Es normal sentirme ASÍ durante el confinamiento?
Ansiedad, tristeza, soledad… ¿Es normal sentirme así ante el COVID-19 ?
Si habéis realizado el ejercicio del diario emocional planteado en el artículo “Gestiona tus emociones durante el confinamiento” seguramente, habréis identificado emociones como: miedo, la tristeza, preocupación, incertidumbre, ansiedad, enfado, impotencia o impaciencia. A primera vista, son emociones que vemos como “negativas” y no queremos sentir; sin embargo, tenemos que ser conscientes de que, tal y como hemos explicado en artículos anteriores, todas las emociones son sanas y por eso, debemos permitirnos sentir. Sólo cuando la emoción sobrepasa unos niveles de intensidad, perdura demasiado en el tiempo o no responde a un motivo real y objetivo, se convierte en una emoción no adaptativa que nos bloquea en la acción y esto, significa que no estamos haciendo un buen manejo de ella, y plantearnos la posibilidad de iniciar una psicoterapia.
Estas son las emociones que podemos sentir en estos momentos:
- Motivación/ Satisfacción: son emociones que, posiblemente, algunas personas han sentido al inicio del confinamiento y puede, que algunos, la sigan sintiendo. Todos queremos ayudar a que esta pandemia acabe lo antes posible y poder cumplir con las medidas planteadas de no salir de casa para cuidar de la sociedad en general, puede generar motivación y satisfacción. Sin embargo, a medida que pasan las semanas, es normal que estas emociones vaya disminuyendo y dejen paso a otras emociones.
- Tristeza: Es una emoción normal ante la pérdida. En estos momentos, la mayoría de las personas sienten que han perdido su vida, ya que no pueden hacer lo que siempre han hecho, ni ver a los amigos, familia, ir a trabajar… En estos casos, es un sentimiento de pérdida temporal y aunque sea difícil de gestionar, dentro de poco, y aunque sea progresivamente, estas personas volverán a recuperar su vida. Sin embargo, hay personas que, debido al virus COVID-19, han perdido seres queridos. En estos casos, estas personas vivirán un proceso emocional mucho más largo, difícil en el que tendrán que elaborar un duelo. En estos casos, la tristeza nos informa de la pérdida, y tenemos que permitirnos sentirla por muy desagradable que sea, para poder avanzar adecuadamente en el duelo.
- Ansiedad: Es una emoción normal ante la anticipación de una amenaza o peligro, por eso, en estos momentos en los que sentimos que nos enfrentamos a algo desconocido, que no sabemos lo que nos va a suponer ni cuando va a terminar, sentir ansiedad, es normal. El exceso de información, la incertidumbre, la inseguridad, las medidas de confinamiento, acostumbrarse a unas nuevas rutinas, la convivencia, el miedo al contagio nuestro o de nuestros seres queridos… en estos momentos hay miles de pensamientos con los que conectamos y nos pueden generar ansiedad. Para que la ansiedad no nos domine y nos provoque un sufrimiento desproporcionado, debemos intentar no caer en los pensamientos catastrofistas (vernos en el peor escenario posible). Es necesario aprender a controlar nuestros pensamientos negativos y no permitir que se instalen en nuestro interior.
- Frustración: Es una emoción que sentimos cuando no podemos hacer u obtener lo que queremos. Es normal sentirnos frustrados, cuando conectamos con la sensación de pérdida de la libertad. No podemos hacer lo que queremos, ni estar con quien queremos, no podemos iniciar o seguir con proyectos que teníamos, se podemos irnos de vacaciones, no podemos salir a pasear a hacer deporte… y no poder hacer algo que queremos, nos genera frustración.
- Soledad: Es una emoción normal en estos momentos. Por un lado, aquellas personas que se contagian del coronavirus, tienen que aislarse durante semanas para evitar el contagio al resto. Este aislamiento, bien sea en el propio domicilio familiar o bien, en el hospital, es difícil y largo. Además, al estar enfermo, estas personas se sienten mucho más vulnerables y conectan mucho más, con el miedo y la incertidumbre. Por otro lado, las personas que viven solas también sienten la soledad de una forma mucho más intensa en estos momentos, sobretodo las personas mayores, que están escuchando continuamente que son población de riesgo ante el coronavirus y esto les hace sentirse mucho más frágiles.
- Ira: Es una emoción que nos informa de situaciones injustas, amenazantes y frustrantes. Es normal sentirnos enfadados, rabiosos… ante esta situación. Es posible que nos enfade algunas de las consecuencias que esta pandemia esta generando. Sin embargo, tenemos que ser capaces de identificar la ira, expresarla de una forma sana. Cuando la ira se manifiesta de manera descontrolada, nos aleja de nuestro objetivo y se convierte en destructiva.
- Ambivalencia: Es normal sentir emociones muy diferentes entre sí. Podemos sentir alivio al quedarnos en casa, porque de esta manera, nos estamos protegiendo al evitar el contagio; pero por otro lado, esa misma situación, nos puede generar, fastidio y frustración. Podemos sentir ilusión y motivación al podernos quedar con nuestros hijos en casa y poder dedicarles ese tiempo que nunca tenemos, pero a la vez, podemos sentirnos desbordados y cansados de estar con ellos. Todas estas emociones son normales y no las tenemos que juzgar.
- Desorganización: Es una emoción normal al perder la sensación de control. Nuestro orden, nuestra organización y nuestra rutina, ha desaparecido al tener que quedarnos en casa y es normal, que al principio, hasta que podamos crear una nueva organización adaptada a la nueva situación, tengamos esa sensación de caos.
- Aburrimiento: Es una sensación normal que vamos a tener estos días. Por muchas actividades que busquemos, no vamos a evitar sentir aburrimiento en algún momento y es normal. Tenemos que intentar que el aburrimiento no nos invada y para ello, tenemos que buscar nuevas actividades o tareas que nos entretengan.
- Culpa: Es posible que algunas personas se sientan culpables al contagiarse de coronavirus al creer que no han tomado las medidas necesarias para evitar el contagio. Se comenta tanto entre amigos, familiares, sobre las pautas o precauciones de salud que hay que seguir, que podemos sentir una presión social que nos afecte negativamente. Hay que tener en cuenta que todos somos vulnerables y que hay cosas que no se pueden controlar.
- Estado de alerta: Esta pandemia está generando un estado de alerta, de tensión, que es visible cuando estamos en la calle. Las personas salimos a la calle en tensión, una tensión que aumenta cuando nos cruzamos con alguien que pasa demasiado cerca nuestro. Es normal sentirnos así durante el tiempo que dure el confinamiento y algún tiempo después. Al de unos meses, sin embargo, se volverá progresivamente a la forma de relacionarnos de siempre.